Apareciste un segundo en mis sueños, inmediatamente desperté
agitado por tu visión, corrí a buscar un lápiz y papel con la intención de
dibujarte, quería conservarte, hacerte mía aunque fuera en papel.
Me enamore inmediatamente de tu cabello largo, de tu figura
que invitaba a explorarla, de tu mirada tímida y de todo lo que significabas.
Guarde ese dibujo por años convencido de que no era mas que
una ilusión, un sueño de aquellos a los cuales estoy tan acostumbrado que no se
realizaran, hasta que te vi, aquella mañana, te reconocí inmediatamente, eras
mi sueño en persona, no sabia como acercarme, te conocía de años y sin embargo éramos
totales extraños.
Me acerque lentamente, tantos años pensando este momento y
mi mente en blanco, me coloque a tu lado y pedí tu nombre, volviste a mirarme con esa
timidez que me hizo disipar la mínima duda que quedaba, eras tu, a la que estaba
esperando.
Los días pasaron y mi dibujo tomaba forma, tomaba nombre,
tomaba gustos, tomaba dirección, tu cabello tomaba olor, tu cuerpo no era mas
una invitación si no un placer, tus labios no eran mas un simple trazo y esa
mirada tímida tomaba profundida.
Los sueños que se cumplen son demasiado extraños.
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